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De vida o muerte – Editorial CCV

Editorial

Si tuviéramos que hacernos una cirugía de corazón abierto y solo pudiéramos escoger a un médico local para realizarla, ¿cómo lo escogeríamos? Sin duda querríamos al mejor médico posible, pero ¿cómo sabemos quién es?

Le preguntaríamos a familiares y amigos por un nombre de acuerdo a sus experiencias personales o de conocidos. Luego buscaríamos en Internet o en alguna fuente autorizada sobre la trayectoria, experiencia, estudios y casos exitosos -y los no tan exitosos- de los posibles médicos. Incluso, pediríamos cita para conocerlos, mostrarles nuestra historia clínica y ver cuál nos convence.

Pero sin importar qué tan preparado esté el médico -o sus recomendaciones-, sabemos que siempre se puede equivocar. Si esto sucediera, querríamos tener la certeza de que el médico escogido tomó la mejor decisión e hizo el máximo para salvarnos la vida. Así, nos preguntaríamos: ¿con cuál médico estaríamos dispuestos a equivocarnos? Nuestra elección no se basaría en un solo aspecto, queremos minimizar el riesgo a toda costa.

Debería ser igual al seleccionar nuestros mandatarios. A nadie le gusta que quien decida se equivoque. Queremos que quien gobierne “la tenga clara” y solucione en cuatro años problemas de hace décadas. Pero no es fácil, como ciudadanos tenemos que dejar proponer a los mandatarios, que se atrevan, que innoven, pero responsablemente, con el soporte técnico para cada decisión. Y cuando veamos decisiones arbitrarias y desinformadas, las denunciaríamos.

Así los candidatos no lo digan -porque puede restarles votos-, ninguno tiene todas las respuestas. El que gane se equivocará, porque así como no existe el médico infalible, no hay alcalde perfecto. Pero sí existen personas responsables, creativas, con conocimiento de la ciudad y vocación de servicio. Esas son las que debemos buscar para que nos gobiernen. Y si no nos gusta ninguno, está el voto en blanco.

Para estas elecciones, hablemos de los candidatos con familiares y amigos y conozcamos sus percepciones, pero no nos quedemos sólo con esto. Al igual que escogeríamos el mejor médico, informémonos de las hojas de vida de los candidatos, experiencia, propuestas y, si es posible, hablemos con cada uno. Después de todo, garantizar una mejor calidad de vida para los cartageneros en pobreza y miseria, también es asunto de vida o muerte.

Lo importante es minimizar como ciudadanos el riesgo de errores escogiendo la mejor opción, pero -sobre todo- que tengamos la certeza de que las fallas del que resulte electo fueron genuinas, no por intereses ocultos o en beneficio de unos pocos o de sí mismo, sino por solucionar los problemas estructurales de la ciudad.

La columna fue publicada el 21 de octubre de 2015 en El Universal.
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